26 enero 2010

Las alas de mi vida: Madre Isska

Ya en el apartamento, el incómodo silencio hubiese continuado de no ser porque Lucy se atrevió a hablar:

-"Gadreel..."-dijo, tanteando el terreno. Y vió cómo él se arrodillaba ante ella y llevaba a cabo el mismo repertorio de respeto que hacía unos instantes le había visto realizar ante su padre.

-"Gadreel...no tienes por qué arrodillarte ante mí. Sólo soy un ser humano y tú...tú eres un ángel, un ángel del cielo.Lo que he tenido la oportunidad de ver allí arriba..."-A Lucy se le atascaban las palabras en la garganta, aún no podía creer lo que había vivido.

Gadreel permanecía allí, arrodillado, con sus alas guardadas y la vista al suelo. Lucy recordó que, siendo quien era ahora, tal vez él no hablase hasta que ella le cediese la palabra. Y así lo hizo:

-"Gadreel, habla, por favor..."

-"Madre..."-dijo él aún dando señales de respeto.-"Madre. Estoy a tu entera disposición."

Lucy sentía temblar sus rodillas. ¿Había escuchado bien? Madre...acababa de llamarle Madre...

-"Gadreel, escucha. Si has de seguir mis órdenes, te las diré ahora: Primero y ante todo, no seré más Isska ni Madre para tí. Me mirarás a la cara, no te arrodillarás ante mí, ni guardarás tus preciosas alas...puedes interrumpirme cuando te venga en gana. Gadreel...el único ángel aquí eres tú y no te hace falta llevar unas alas a la espalda para serlo."-dijo ella, ruborizada.

Gadreel seguía en sus trece. Le habían ordenado que obedeciese a Isska, pero, no podía hacer lo que ella le pedía, sería una falta de respeto enorme.
Mientras Gadreel permanecía allí callado, pensando, Lucy alargó su mano para tocar la cara de éste. Le tomó por la barbilla,en un intento de levantar su vista hacia la de ella. Y sus miradas volvieron a cruzarse.

-"No vuelvas a privarme de tus ojos...no vuelvas a dejarme sin esa luz que me ilumina cuando todo va mal. Tú eres mi ángel Gadreel. El ángel que siempre quise."- se sinceró.

Gadreel se olvidó por un instante del protocolo y se levantó y, abriendo sus alas, rodeó con ellas a Lucy en un instinto protector. Lucy se abrazó a él, haciendo un nudo con sus brazos alrededor de su cuello...y suspiró. Sintió que todo estaba bien, se sentía bien.
Iluminados por la luz del atardecer que se colaba por las ventanas del apartamento, sus cuerpos parecían uno solo. Daba la sensación de que habían logrado alcanzar un entendimiento casi místico. Y se besaron. Los dos ansiaban hacerlo y, olvidándose de cualquier tipo de norma que pudiese regirles en esos momentos, dieron rienda suelta a sus sentimientos por primera vez. Ya no estaban jugando un juego, ya no era necesario besarse para picar al otro y ver quién ganaba. Esta vez salieron a la luz los verdaderos deseos de ambos.

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