20 mayo 2009

Las alas de mi vida: ¿quién me salvó?.



Sonó el teléfono. Lucy se despertó y se dió de cuenta de que se había vuelto a quedar dormida en el sofá. -"¿Quién llama a estas horas?". Eran las 6 de la mañana, así que, probablemente sería su jefe, más bien, su nuevo jefe recordándole que debía acudir a su puesto de trabajo. Descolgó: -"Lucy Williams al teléfono. ¿Quién es?". Al otro lado del teléfono, William. -"Lucy será mejor que vengas cuanto antes a la oficina o ..." - Lucy le cortó diciendo: -"¿o qué William? ¿me despedirás?"-soltó una carcajada-"olvídalo, no pienso volver, jugaste conmigo y me ganaste. No quiero estar ahí viendo cómo te mofas de mí. Hasta nunca William."-y colgó el teléfono.
El pulso le latía aceleradamente, pero sabía que había hecho bien. ¿Por qué tenía que perder ella siempre? Al menos esta vez podía decidir.
Se dirigió a la habitación para vestirse. Teniendo la mañana libre pensó que lo mejor sería salir a dar una vuelta y primero pasaría por la cafetería para cargar las pilas.
Cuando salió por la puerta de su casa, sintió que debía agradecer a su vecino Gilbert que la mañana anterior la llevase hasta el hospital. Y se dirigió hacia su puerta. Tocó el timbre y Gilbert la recibió gustosamente.

-"¿En qué puedo ayudarte vecina?".
-"Bueno, quería agradecerte el haberme llevado ayer al hospital, fue muy amable de tu parte."
-"¿Al hospital? ¿te ha pasado algo?"-preguntó extrañado.
-"Sí, ya lo sabes, tuve un...percance".
-"Yo no te llevé al hospital ,Lucy".-dijo, mirándola como si hubiese perdido la cabeza.-"¿Te encuentras bien?".
-"Sí, claro...perdona Gilbert, será que aún tengo medicinas en el cuerpo, ya sabes...disculpa, tengo que irme."-dijo ella dirigiéndose a las escaleras.

-"¡Qué raro ha sido todo eso!"-pensaba, sentada en una de las mesas del café de al lado de casa. -"Pero, alguien tuvo que llevarme al hospital, está claro que no pude ir por mi propio pie."

Decidió reemplazar el paseo por la opción de ir al hospital de nuevo y allí preguntar quién la ingresó. Cuando llegó, la recepcionista estaba muy atareada. Pero ella quería saber quien le salvó la vida ese día. Tuvo que ser alguien que tuviese una llave de su casa y entre esas personas estaban Gilbert, que ya estaba descartado, y...William y ella deseaba con toda su alma que no hubiese sido él. Se asomó al pasillo de la planta en la que se encontraba y vió al doctor que la atendió ese día. Se dirigió a la recepcionista: -"Disculpe, creo que ya he encontrado lo que estaba buscando. Gracias de todos modos."
La recepcionista apartó el teléfono de su oído e intentando detenerla le dijo: -"Perdone señorita, no puede pasar."
-"Esto es un hospìtal, claro que puedo pasar."- dijo ella, ya dirigiéndose hacia dónde estaba el doctor.
-"¡Oiga,oiga!" -gritó la recepcionista.
La persiguió hasta que que llegó a su objetivo. Al ver a la recepcionista persiguiendo a Lucy, el doctor se paró en seco y le preguntó: -"¿Qué ocurre Claudia?."
-"Doctor, esta mujer está fuera de sí. Le dije que tenía que esperar, que no podía pasar, pero no me hizo ni caso.Lo siento Doctor, no se preocupe, en seguida llamo a seguridad."-dijo Claudia, agarrando a Lucy por la manga de la chaqueta.
El Doctor, mantuvo un silencio durante unos segundos, hasta que por fin dijo: -"No se preocupe Claudia, eso no será necesario. Es una paciente mía."-y dirigiéndose a Lucy, le dijo:-"Venga conmigo, señorita Williams, vamos a mi despacho."

Cuando llegaron, el Doctor ofreció asiento a Lucy. -"Tendrá que disculpar a Claudia, es como un cancerbero."-dijo con una carcajada.-"Al fin y al cabo es su trabajo."
-"Todavía se acuerda de mí. Con toda la gente que pasa por aquí a lo largo del día..."-dijo Lucy.
-"Sí, bueno...no suelo acordarme de todo el mundo pero, un caso como éste, es difícil de olvidar."-dijo.
-"¿Un caso como éste?"-preguntó extrañada.
-"¿No habrá venido usted aquí hoy para hacerme alguna pregunta, verdad? como por ejemplo, quién la trajo aquí."- dijo el Doctor.
-"La verdad es que sí...y...me sorprende que usted lo haya dicho primero."-dijo, cada vez más nerviosa y extrañada.
-"Verá Lucy, yo sólo sé que, quien la trajo hasta aquí, se preocupó de dejarla en buenas manos y hecho esto, se fue sin dejar rastro ni pista alguna. Creo que no puedo ayudarla más."
-"Está bien, gracias por su ayuda Doctor."- dijo.
Abandonó el hospital y se dirigió hacia el parque. Una vez allí, se sentó en un banco de madera que estaba situado frente a un pequeño lago. La luz del sol sobre el agua de ese lago en movimiento le ayudaba a relajarse. No dejaba de darle vueltas a la cabeza, no paraba de pensar que necesitaba saber quién le salvó la vida. En parte quería saberlo para agradecérselo y en parte, porque este asunto ya había tomado una forma que en cierto sentido le asustaba. De pronto, alguien interrumpió sus pensamientos. Una niña pequeña, que era todo un encanto, vestida de blanco con un vestido que parecía como de ceremonia y con unos rizos rubios que caían por sus hombros y reflejaban, quizás en exceso, la luz del sol, se acercó a ella. La niña no decía nada, solo la observaba. Lucy, al percatarse de que estaba allí, se dirigió a ella: -"Hola pequeña, ¿te has perdido?"
La niña entonces sonrió y sin apartar la mirada de Lucy, le dijo: -"¿Estás buscando a alguien?".
Y ella, asombrada, le contestó que sí. A lo que la niña respondió: -" Estás buscando al que socorre".
Lucy, sin poder creer lo que estaba oyendo de una niña de unos tres años de edad aproximadamente, la tomó de la mano y le dijo: -"Vayamos a buscar a tus padres. Tienen que estar preocupados por tí." -Vió que se celebraba una boda a unos metros de donde ella se encontraba y, por el atuendo de la niña pensó que sus padres estarían allí. La niña, soltando su mano, le dijo: -"Ahora conoces". Y se fue en la dirección contraria a donde estaba la boda. Lucy la siguió, pero cuando dobló la esquina de un edificio situado en el parque, no la encontró.

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