09 enero 2010

Las alas de mi vida: La historia de Gadreel


Apenas había salido el sol y Gadreel visitó a Lucy esa mañana. La encontró sentada en el sofá del salón, quieta, con una taza en la mano y abrigada con una manta. Él sabía que lo que hizo la noche anterior estaba mal, pero no quería disculparse, al fin y al cabo,lo que intentaba con tanta pelea tonta con Lucy, era distraerla. Estaban enzarzados en una guerra entre el bien y el mal y él sabía cómo se sentía. De pronto se vio envuelta en una guerra que, en principio, no tenía nada que ver con ella. Aunque lo intentase, jamás llegaría a comprender el por qué de esta guerra y el por qué de que ella hubiese sido la elegida para hacer el papel de Isska. -"Los humanos no deberían verse involucrados en situaciones como ésta."-pensó para sí.
Se acercó más a Lucy. Cuanto más se acercaba, se daba cuenta de que ella estaba muy enfadada con él. Aún así, continuó acercándose, tenía que hablar con ella, por eso había ido a buscarla esa mañana.
Entonces, prefirió tantear el terreno preguntándole algo:
-"¿No has podido dormir, e?"
Parecía que Lucy no escuchaba, no contestó a Gadreel, se limitó a tomar un sorbo de la taza.
Gadreel notaba algo diferente. Ya no era odio ni enfado lo que podía percibir. Era...tristeza. De pronto se sintió mal. Pensó incluso en que tal vez lo mejor sería decirle lo que en verdad sentía por ella, decirle que lo sentía, que no quería hacerla daño, que todo había sido un absurdo juego para distraerla de sus nuevas obligaciones. Pensó decirle que ya la amaba desde mucho tiempo atrás.
La amaba desde que él fuese designado para ser su ángel guardián. Cuando Lucy nació, ambos fueron unidos por un lazo invisible que los mantendría siempre juntos. Él debía protegerla hasta el día de su muerte. La amó desde el primer momento. Un ángel, y sobre todo un ángel guardián, ha de amar a los seres humanos porque es algo que les es impuesto por su padre. No aman con pasión sino como ama una madre a un hijo. Una madre, salvo en casos excepcionales, siempre cuida de su hijo, le protege, le da amor, le cuenta historias por las noches cuando no puede dormir, le da ternura cuando tiene miedo y le promete que siempre estará ahí para él. Algunas veces, cuando una madre no puede evitar un mal mayor para su hijo, los ángeles se encargan de protegerlo, siempre y cuando no vaya en contra del camino que ha sido designado para ese niño. O al menos, así es como debería ser. Gadreel cuidó de Lucy desde que nació. En un principio, cuidó de ella como cualquier otro ángel cuida de su protegido. Pero pronto se dio cuenta que podía hacer más por ella, que podía abrazarla por las noches para calmarla cuando tuviese pesadillas, que podía evitar que tropezase con una piedra en el camino apartándola sutilmente. Podía cuidar mejor de ella, evitarle dolores innecesarios, ¿por qué entonces les estaba probihido a los ángeles hacerlo?. Pensó que, si su padre se enteraba de lo que él hacía, podría enfadarse y, aunque él lo aceptaría, no podría soportar la idea de no tener a Lucy bajo su protección nunca más. Pero no se enteró y él siguió cuidando de Lucy y la vió crecer. Cuando Lucy se convirtió en una mujer, Gadreel notaba que algo crecía en su interior, algo que no sabía explicar, algo que, aunque le gustaba sentirlo, nadie le había dicho si era bueno o malo y, ante la posibilidad de perder a su protegida, no se lo contó a nadie. La veía cada día, y cada vez le costaba más apartarse de ella. La vió reir, llorar, y sobre todo sufrir por amor. Fue cuando ella tuvo su primer novio, cuando Gadreel se dió cuenta de lo que sentía. Ese chico podía tocarla, podía besarla, acariciarle el pelo...y él no. Se asustó, pues sabía que los sentimientos de celos e ira que sentía, no eran propios de un ángel. Pasión, lujuria, celos, ira...no son palabras que quepan dentro del vocabulario de un ángel. La amaba, y no podía hacer nada para evitarlo. Ya no la amaba como un ángel a un protegido, como una madre a un hijo. Ahora sabía lo que era el amor cuando no era un sentimiento impuesto. Ahora él decidía. Pero sabía que nunca podría tocarla, solo podría hacerlo cuando ella dejase su mundo y fuese a parar al de él. Cuando muriese. No le importaba esperar, mientras tanto seguiría cuidando de ella como siempre había hecho. Pero un día, Gadreel estuvo a punto de perder esa oportunidad. Lucy iba a suicidarse. Si esto ocurría, no podría tocarla jamás. El suicidio es un pecado que cierra las puertas de su mundo a los mortales. Tenía que hacer algo, no podía dejar que eso sucediese. Y entonces intervino. Era algo que solo su padre podía hacer, solo Él podía cambiar los destinos de los humanos. Sabía que lo que acababa de hacer, le apartaría de Lucy para siempre, pero, al menos había evitado su sfrimiento eterno y lo que era más importante para él, al menos conseguiría tocarla en su mundo. Así que su padre ,cuando se dió cuenta de lo sucedido, le quitó a Lucy. También podría haberle quitado las alas, pues le había desafiado. Le permitió seguir siendo quien era porque comprendió sus motivos y decidió que, si alguien amaba tanto como para arriesgarse a terminar como el último ser que desafió a su padre, merecía su perdón. Le perdonó, pero no le permitió cuidar de Lucy nunca más. Sin embargo, él, incansable, intentaba mantener el contacto con ella y fue entonces cuando se dió cuenta de que podía verle y empezó a investigar...Lucy se había convertido en Isska y ahora él podría tocarla y hablar con ella, podría, si su padre no se enteraba.

2 comentarios:

  1. Aaaayyy k bonitoooo!!!!!!

    Yo kiero k me kieran asi... jejeje.

    K rapido has actualizado, no me da tiempooo^^

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  2. malditasea yo tengo un problema casi parecido solo que el padre de ella es quien no me deja quererla

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