29 mayo 2009

Las alas de mi vida: primer encuentro con mi ángel de la guarda.


Después de que Amira se marchase de su casa, Lucy se quedó perpleja. Los ángeles existían y no solo eso, sino que ademas, hablaban con ella. Pero, ¿por qué precisamente con ella?. Decidió que seguiría el consejo de Amira y oraría para poder contactar con Gadreel. Le daría las gracias y le pediría más explicaciones sobre la situación. Intentaba acordarse de cómo rezaba cuando era pequeña, tal y como su madre le enseñó, de rodillas al lado de la cama todas las noches antes de acostarse. Se arrodilló y juntó las manos. -"Y ahora, ¿qué digo?"-pensó. No sabía si rezar un padrenuestro, un ave María o qué. Se suponía que tenía orar para que su ángel supiese con certeza que era ella quién le llamaba. Pero, entonces, ¿qué era lo que debía decir?. -"Angelito...¿estás ahí? No, eso no creo que valga."- dijo. -"Vamos a ver...Gadreel, hola...soy Lucy. Amira me ha dicho que tengo que hacer esto para llamarte, así que, allá voy, optaré por un padrenuestro, espero que te guste."-dijo, mirando a todos lados, por si él aparecía. Y rezó la oración. -"¿A eso le llamas orar?"-oyó Lucy tras de sí. Se giró y, allí estaba, en todo su esplendor. Era aquel hombre que la observaba en la cafetería. Un aura reluciente le invadía. Olía a flores silvestres, igual que aquel día en la cafetería y ....-"¡vaya!"-pensó. -"También olía así cuando aquel psicólogo me visitó en el hospital. Seguro que fue él." Se le quedó observando. Era un hombre joven, más o menos de su edad, y muy bello, igual que lo eran Galor y Amira. -"Supongo que eso formará parte de ser un ángel..."-pensó. -"¿Me has llamado para observarme?-dijo él. Movió su mano delante de los ojos de Lucy, de arriba a abajo, como para llamar su atención , y le dijo: -"¿Estás bien? ¿sigues ahí?." -"Sí, lo siento...esque aún no me lo creo. ¡Tengo un ángel de la guarda!."-dijo, visiblemente alegre. -"Sí...qué cosas, ¿eh?"- dijo. -"Oye, no hablas como Amira. Tú hablas más...normal."-dijo, aún sonriendo. -"Así que Amira ha hablado contigo y te ha dicho cómo llamarme."-dijo, avanzando por el cuarto de lado a lado como si estuviese pensando en algo. -"Sí."- dijo ella. "Tengo muchas preguntas que hacerte." -"Bien."-dijo, poniendo cara de no tener muchas ganas de contestar a sus preguntas.-"Empieza cuando quieras." La cara de Lucy cambió de repente. Ya no parecía agradarle demasiado aquel personaje. Tenía una actitud un tanto chulesca para ser lo que era. -"Empezaré preguntandote. ¿De verdad eres un ángel? Amira tiene más pinta de serlo que tú. Ella es amable y encantadora y no pone esa cara cuando le pregunto cosas. ¿Acaso tienes algún problema conmigo?"- le preguntó furiosa. Gadreel, se quedó de piedra. Nunca antes le habían hablado así. De pronto, sus ojos cambiaron de color, si antes eran de un tono verdoso, ahora se volvieron de color avellana y tenían una especie de llamaradas de fuego en su interior. Sin duda, denotaban furia. Lucy se asustó, aquello no parecía ser un ángel. Se puso en pie lo más rápido que pudo y salió corriendo de la habitación con una expresión de pánico en su rostro. Gadreel le dijo: -"¡No hace falta que huyas!¡ Ya huyo yo!". Y se fue. Lucy no durmió en toda la noche, de lo nerviosa que estaba después de lo ocurrido con su "supuesto" ángel de la "supuesta" guarda. A la mañana siguiente, Amira la visitó. -"Lucy."- la llamó. -"¿Qué quieres?"-dijo ella muy furiosa. -"Lucy, sé lo que ocurrió anoche. Entiendo que estés enfadada, pero ése no es el camino. Gadreel es tu ángel de la guarda, os guste a los dos o no."- le dijo. -"¿Y qué se supone que debo hacer? Ni siquiera sé aún por qué venís a verme. Y yo no he sido desagradable con él, sino todo lo contrario. No creo que merezca este trato. No parecía un ángel, Amira."-dijo con lágrimas en los ojos. Amira se acercó a ella, la abrazó e intentó calmarla.

27 mayo 2009

Las alas de mi vida: Conociendo a Amira.


-"¿Cómo...? ¿Qué hago aquí?."-Lucy despertó en su cama. No se explicaba cómo podía haber llegado allí. Hacía unos momentos había estado hablando con dos...ángeles. -"Buff...ésta locura va a peor."-pensó. Se levantó de la cama y se fue a la cocina a beber un vaso de agua. Intentaba aclarar las ideas, aquello que le había ocurrido, ¿sería realmente producto de la ECM como dijo el Doctor? y, si era así, ¿cuánto tiempo más duraría?. Mientras se hallaba inmersa en esos pensamientos, volvió a sentir como si alguien la estuviese observando. Le daba miedo girarse y descubrir que hubiera alguien allí tal y como estaba sintiendo pero, la curiosidad le pudo. Se giró. No había nadie allí, para su alivio. Se tomó otro vaso de agua, y se dispuso a volver a la cama. Al salir de la cocina, en el sofá del salón, sentada, una mujer. Lucy se asustó y pegó un grito: -"¡¿Quién eres?! ¡¿Qué quieres?! No tengo nada de valor, vete de aquí y no llamaré a la policía." La mujer, sin darse la vuelta, le contestó: -"Curiosas palabras para ser Isska. Aunque, claro, tú no sabes qué es eso, ¿me equivoco Lucy?." -"Mira, no sé quien eres, ni que quereis tú y tus amiguitos incluida esa niñita. Pero sé que estoy harta de este juego. ¡Maldita sea! ¿Dónde está la cámara oculta?"-dijo Lucy, visiblemente enojada. La mujer lanzó una carcajada al aire y después volvió a hablar: -"Por supuesto que no sabes quién soy. Si lo supieras no dirías que ellos son mis amigos." -"Entonces, ¿tú no tienes nada que ver con ellos ...con todo esto? y ¿quién eres?" -"Tengo que ver con ellos y no tengo que ver con ellos. Si vienes conmigo, te lo contaré todo."-dijo, por fin mirándola a los ojos. Lucy vió algo extraño en esos ojos, algo que la hizo desconfiar y a la vez le atrajo. -"¿Adónde se supone que debo acompañarte?."-le dijo. De pronto, antes de que esa mujer pudiese contestar, apareció la misteriosa niña, se posicionó entre Lucy y la mujer, y mirando a la mujer le dijo: -"Adifa, no puedes estar aquí. Él te lo prohíbe." -"¿Adifa? y tú..¿qué haces aquí? ¿cómo has entrado?"-preguntó Lucy. -"¡Ja,ja, ja! No me sorprende que ella no sepa nada. Y dime, Amira, ¿cómo esperas que os ayude y se cumpla la profecía si no le desvelais su destino? Además, ella puede elegir. Sois muy egoístas, ¿sabes?. Puedo estar aquí mientras Isska no decida en qué bando estar. Y, por lo que veo, de momento yo he sido la única que se ha ofrecido a contarle lo que ocurre aquí." -"¿Te llamas Amira? Pero, ¿qué es todo esto?"-dijo Lucy, mirando a la pequeña que no dejaba de mirar directamente a la mujer del sofá. -"Veo que tendreis mucho trabajo con ella, Amira. Hazme un favor ¿quieres? cuando esté lista, avisame."- dijo, riendo y después se esfumó. Amira se giró para dirigirse a Lucy pero ésta ya no estaba. La encontró en el cuarto de baño buscando algún tipo de medicamento y, al ver que iba a hacer algo espantoso, le dijo: -"No hagas eso. Te explicaré." -"Me explicarás...claro. Me explicaras ¿qué? ¿que estoy hablando sola? ¿que estoy volviendome loca? ¡Por Dios!"-dijo, nerviosa. Amira le quitó el bote de pastillas de las manos y le invitó a sentarse con ella en el sofá. Lucy aceptó, a fin de comprender lo que estaba ocurriendo. Amira le explicó: -"Mi nombre es Amira, que significa 'la palabra' porque yo soy la palabra de Dios a los hombres. No soy una niña Lucy, soy un ángel. Aunque te cueste creerlo, existimos. Como también existen los que son como Adifa. Adifa es un demonio y su nombre significa 'la preferida' porque ella es la preferida de su señor. Es extraño que la haya mandado a ella a por tí. Nunca envía a sus preferidos salvo que haya algo importante que observar. Eso significa que tú, Isska, tienes en tu interior algo más que la capacidad de ser Isska. ¿Comprendes algo de lo que digo ,Lucy?" -"Comprendo que estoy muy mal de la cabeza y debo ir a ver al Doctor si no quiero estar así para toda mi vida."-dijo. -"Lucy, has de tomarte esto muy en serio. No estás loca. Está bien, no crees que sea real,¿ no es así? ¿Quién te llevó al hospital? ¿puedes responderme a eso? o , ¿quién te trajo a casa después de tu desmayo?" -"De acuerdo, vale, primero cuentame eso y después te escucharé y prometo no volver a dudar de tí."-dijo. -"Así que quieres tener la respuesta a esas preguntas. Es justo. Yo te traje a casa esta tarde después de que te desvanecieras. Y, te va a costar creerlo pero, tu angel de la guarda fue quien te llevó al hospital. Su nombre es Gadreel, que significa 'asistido por Dios' porque está asistido por Él para protegerte. " -"Gadreel...¿el hombre que señalaste en la cafetería y del cuál me dijiste 'ahora conoces', es mi ángel de la guarda? Y ...bueno, ¿cómo puedo agradecerle lo que hizo?."-dijo, ya más convencida de la historia. -"Sólo tienes que llamarle. Acudirá enseguida."-le explicó. -"¡Gadreel!"-gritó, esperando que apereciese. -"No es así como funciona, Lucy. Primero has de orar. Los ángeles guardianes deben estar seguros de que son sus protegidos quienes les llaman. Ora, y después pronuncia su nombre."-le dijo. -"Ahora te dejo sola para que puedas hacerlo. Gadreel podrá explicarte más cosas. En breve volveré a estar contigo." -"Y a tí, ¿ no puedo llamarte?"- le preguntó. -"Aprenderás a hacerlo, pero no de momento." -y dicho esto, se marchó.

24 mayo 2009

Las alas de mi vida: Isska.


A la mañana siguiente, Lucy regresó a la cafetería. Esta vez no fue para buscar trabajo en el periódico sino para encontrarle a él. Sentía la necesidad de darle las gracias a aquel hombre misterioso. Y, además, quería saber por qué huyó la mañana anterior. Mientras esperaba a ver si aparecía, pidió una taza de café.
Las horas pasaban y aquel hombre no aparecía y algo le hacía pensar que no aparecería. Se fue a casa. Escogió el camino más largo para poder dar tiempo suficiente a su mente para pensar. Las mismas preguntas una y otra vez. Se metió por un callejón y, de pronto, apareció un fulgor. Se tapó los ojos para que esa luz no le cegase, pero casi era imposible. El fulgor paró tan de repente como empezó y, al fondo del callejón, de donde procedía esa luz, apareció una mujer.Una mujer hermosa, de cabellos plateados. Vestida con una preciosa túnica de color blanco con detalles dorados que le llegaba hasta los pies. Era muy joven, de unos veintitantos. Pero, ¿qué hacía allí sola? y sobre todo, ¿qué fue aquel resplandor?. Lucy se acercó a ella, presintiendo que algo malo le había ocurrido.
-"¿Te encuentras bien? ¿qué ha sido esa luz?." -le preguntó mientras la cogía por el brazo.
La mujer, mirando a su alrededor, y dirigiéndose después a Lucy, le dijo extrañada: -"Me estás preguntando a mi?." Lucy por un momento pensó que aquello era una broma pero igualmente le contestó que sí. Y la mujer rompió a llorar. Lucy, entonces, la abrazó intentando calmarla. La mujer agradeció el gesto devolviendoselo. Cuando ya se calmó y pudo hablar, Lucy le preguntó qué era lo que le había pasado y si quería que llamase a la policía.

-"¿A la policía? ¿Y cómo iba a poder ayudarme la policía?."-preguntó ella.
-"Mira cariño...no sé cómo te llamas..."-dijo, con ternura y acariciándole la mejilla.
-"Me llamo Galor."-le respondió.
-"Bien Galor, vaya nombre más extraño-sonrió-tranquilizate. Te ha ocurrido algo y por eso estabas perdida y llorando. Sé que piensas que la policía no puede ayudarte, pero confía en mí, ¿de acuerdo? ¿Te ha tocado algún hombre?."-le preguntó intentando que le contase lo ocurrido.
-"¿Tocarme un hombre? Ningún hombre puede tocarme."-dijo, mirando a Lucy como si no supiese de lo que hablaba.
-"¿Cómo es eso?"-preguntó de nuevo.
-"Porque mi nombre es Galor, 'ola de luz'. De ahí que hayas visto ese resplandor. ¿Tú quien eres? no todos nos conocemos entre todos. Yo aún soy muy nueva en esto."
Lucy pensó entonces que, a juzgar por su aspecto, vestida con una túnica que parecía medieval y a juzgar por lo que ésta mujer decía, se encontraba ante una demente.
-"¿Qué te ha pasado? ¿Por qué de repente te has callado? Te he asustado ¿no es eso? Lo siento, no quería llorar pero esque he perdido a mi protegido y ni siquiera puedo sentirlo. No tengo ni idea de donde está." - le dijo a Lucy.

-"¿Tu protegido? Oye, ¿esto es una broma o qué? Primero me dices que a ver si te hablo a tí, luego, que te llamas ola de luz y ahora me sueltas no sé qué de tu protegido....creo que llamaré a la policía para que te ayude en lo que pueda y seguiré mi camino."- le dijo, enfadada.

-"Cuando te he preguntado a ver si me hablabas a mí era porque aún no sé distinguir muy bien entre humanos y nuestra raza. Soy muy despistada, lo siento. Y 'ola de luz' es mi nombre. Tú no me has dicho el tuyo. Y lo de mi protegido...bueno...tú también tienes uno ¿no?."- le aclaró Galor.

-"¿nuestra raza?"-preguntó atónita Lucy. -" ¿Y cuál es tu raza?."
-"¿Eres tú la que me está haciendo la broma a mí? ¿cómo puede ser que quepa tanta maldad en tu interior? Los ángeles no tenemos maldad."-dijo.
-"¿Ángeles?"- se rió. - -"Creo que me voy. Adiós Galor..."-Y se dió la media vuelta para salir de ese callejón pero, una persona especial estaba allí para impedirselo. La niña que señaló a aquel hombre misterioso, a su salvador.

-"¿Adónde vas Lucy?"- le preguntó.
-"¿Cómo sabes mi nombre?"- preguntó asustada.
-"Mi padre me lo dijo. Él lo sabe todo. Pero lo que no se imaginaba era que tú ibas a ser Isska. Porque eso ya no depende de Él. "- dijo la niña.

Galor, al oír las palabras de la niña, dijo: -"Por eso no entendías nada de lo que te decía y por eso pensabas que bromeaba. Lo siento Isska, no me había dado cuenta."

La niña miró a Galor y, reprendiéndola pero con amor y ternura, le dijo: -"Galor, ella se llama Lucy, porque ella no conoce qué es Isska."

Lucy estaba tan nerviosa y asustada que no pudo más y su cuerpo, pidiéndole un respiro, le provocó un desmayo.

23 mayo 2009

Las alas de mi vida: definitivamente...¡loca!.


-"Uff...últimamente parece que me esté volviendo loca."-pensaba Lucy mientras se preparaba una infusión para irse a dormir. -"Ha sido un auténtico día de locos." A la mañana siguiente, se dispuso a buscar trabajo. Bajó a la cafetería y pidió un café bien cargado y el periódico del día. Mientras leía las ofertas de empleo, sintió como si alguien la estuviera observando y de nuevo olió aquella fragancia a flores silvestres. Cerró los ojos y dirigió su olfato hacia ese olor que tanto le gustaba. -"Mmmm..."-pensó. Y, cuando abrió los ojos y apartó un momento el periódico para tomar un sorbo largo de café aún con la sensación de felicidad y serenidad que le había proporcionado ese misterioso olor, vió, desde su mesa y sentado en una de las sillas que se encontraban en la barra del local, a un hombre que la observaba incesantemente. No quiso mirarle por si acaso era algún loco y se le acercaba. Así que volvió a coger el periódico e hizo como si nada, pero, sus ojos parecían estar clavándose en su frente y eso no le gustaba nada. De pronto, alguien irrumpió en el local riendo. Esa risa le sonaba...era la niña que se encontró ayer en el parque. Fue directamente a donde se encontraba Lucy. Al verla, Lucy la saludó con una sonrisa. -"Hola preciosa, ¿encontraste por fin a tus padres ayer?."- le preguntó. -"Sí."- le dijo. -"Mi padre siempre está conmigo." -"Bien, me alegro. Supongo que no le vería ayer. Pero si tú dices que estaba, te creo."- le dijo, guiñandole un ojo. -"Te he visto aquí y he entrado para decirte algo que tienes que saber."-le dijo la niña. -"¿Sí? y ¿qué es cariño?"- preguntó. -" Ahora conoces." -le dijo. Lucy, que no daba crédito a lo que oía, pensó que a lo mejor esa frase que la niña repetía incansablemente, estaba sacada de algún cuento infantil o algo por el estilo y alo mejor la repetía por...bueno, por cosas de niños. Y le dijo, siempre sonriendo y con mucha ternura: -"Cariño, eso ya me lo dijste ayer. ¿Qué significa?." -"Significa que ahora conoces y allí tienes al que socorre, él es a quien buscabas."- le dijo la niña, señalando al hombre que hasta hace unos momentos la había estado observando. Lucy miró en la dirección que la niña señalaba y, el hombre, que por un momento había dejado de mirarla, se dió cuenta de que ella le estaba ahora observando a él. El hombre puso cara de susto y salió corriendo por la puerta al tiempo que exclamaba: -"¡No puede ser!". Lucy se quedó temblando del susto, ¿qué la estaba pasando? ¿se estaba volviendo loca realmente?. La cuestión es que nadie del local se había enterado de nada. Todo el mundo seguía a lo suyo, como si nada. Pagó el café y decidió que le haría otra visita al Doctor. Cuando llegó al hospital y se puso en la cola de la recepción, allí estaba Claudia, como el otro día. Le tocó el turno y Claudia, al verla, le dijo: -"Vaya, vaya, usted otra vez." A lo que Lucy respondió: -"Buenos días Claudia. Vengo a ver al Doctor. ¿Me dejará pasar esta vez o tendré que entonar melodías con una lira?*" -"¿Qué quiere decir? Está bien, avisaré al Doctor de que va usted para allí."-le dijo, sin entender la broma que le había hecho Lucy. Ya en el despacho del Doctor, Lucy le habló sobre lo que le había ocurrido estos días. Y le preguntó si era necesario que fuese a terapia, estaba realmente convencida de que se estaba volviendo loca. El Doctor le preguntó a Lucy si sabía qué le había ocurrido el día que llegó al hospital herida. -"Lucy, estuviste clínicamente muerta durante un momento. Puede que eso te haya dejado la mente un tanto...extraña durante algunos días, pero no creo que lo que me cuentas sea para preocuparse. Hay muchas personas que han tenido ECM** y les ha pasado cosas parecidas. En serio, no tienes por qué preocuparte, lo único que tienes que hacer es descansar. ¿De acuerdo?" Lucy volvió a su casa. Se tumbó en el sofá y cerró los ojos un momento, intentó relajarse, descansar, como le había dicho el Doctor. -"¡Imposible!"-pensó. -"¿Cómo voy a relajarme? Él no sabe lo que yo estoy viendo..." De pronto, se dió cuenta. Aquel hombre que la observaba en el local, era el hombre que se encontró en la habtación del hospital, el que ella creyó que era un psicólogo. -"Puede ser que fuese él quien me salvase. ¡Claro! por eso él estaba allí. Pero, ¿cómo sabía esa niña que fue él? Y, ¿por qué salió corriendo en cuanto fui yo quien le observaba a él?"-pensó.




* Así es como Orfeo, personaje de la mitología griega, consiguió pasar por las puertas del infierno domando a cerbero. **Experiencias Cercanas a la Muerte.

20 mayo 2009

Las alas de mi vida: ¿quién me salvó?.



Sonó el teléfono. Lucy se despertó y se dió de cuenta de que se había vuelto a quedar dormida en el sofá. -"¿Quién llama a estas horas?". Eran las 6 de la mañana, así que, probablemente sería su jefe, más bien, su nuevo jefe recordándole que debía acudir a su puesto de trabajo. Descolgó: -"Lucy Williams al teléfono. ¿Quién es?". Al otro lado del teléfono, William. -"Lucy será mejor que vengas cuanto antes a la oficina o ..." - Lucy le cortó diciendo: -"¿o qué William? ¿me despedirás?"-soltó una carcajada-"olvídalo, no pienso volver, jugaste conmigo y me ganaste. No quiero estar ahí viendo cómo te mofas de mí. Hasta nunca William."-y colgó el teléfono.
El pulso le latía aceleradamente, pero sabía que había hecho bien. ¿Por qué tenía que perder ella siempre? Al menos esta vez podía decidir.
Se dirigió a la habitación para vestirse. Teniendo la mañana libre pensó que lo mejor sería salir a dar una vuelta y primero pasaría por la cafetería para cargar las pilas.
Cuando salió por la puerta de su casa, sintió que debía agradecer a su vecino Gilbert que la mañana anterior la llevase hasta el hospital. Y se dirigió hacia su puerta. Tocó el timbre y Gilbert la recibió gustosamente.

-"¿En qué puedo ayudarte vecina?".
-"Bueno, quería agradecerte el haberme llevado ayer al hospital, fue muy amable de tu parte."
-"¿Al hospital? ¿te ha pasado algo?"-preguntó extrañado.
-"Sí, ya lo sabes, tuve un...percance".
-"Yo no te llevé al hospital ,Lucy".-dijo, mirándola como si hubiese perdido la cabeza.-"¿Te encuentras bien?".
-"Sí, claro...perdona Gilbert, será que aún tengo medicinas en el cuerpo, ya sabes...disculpa, tengo que irme."-dijo ella dirigiéndose a las escaleras.

-"¡Qué raro ha sido todo eso!"-pensaba, sentada en una de las mesas del café de al lado de casa. -"Pero, alguien tuvo que llevarme al hospital, está claro que no pude ir por mi propio pie."

Decidió reemplazar el paseo por la opción de ir al hospital de nuevo y allí preguntar quién la ingresó. Cuando llegó, la recepcionista estaba muy atareada. Pero ella quería saber quien le salvó la vida ese día. Tuvo que ser alguien que tuviese una llave de su casa y entre esas personas estaban Gilbert, que ya estaba descartado, y...William y ella deseaba con toda su alma que no hubiese sido él. Se asomó al pasillo de la planta en la que se encontraba y vió al doctor que la atendió ese día. Se dirigió a la recepcionista: -"Disculpe, creo que ya he encontrado lo que estaba buscando. Gracias de todos modos."
La recepcionista apartó el teléfono de su oído e intentando detenerla le dijo: -"Perdone señorita, no puede pasar."
-"Esto es un hospìtal, claro que puedo pasar."- dijo ella, ya dirigiéndose hacia dónde estaba el doctor.
-"¡Oiga,oiga!" -gritó la recepcionista.
La persiguió hasta que que llegó a su objetivo. Al ver a la recepcionista persiguiendo a Lucy, el doctor se paró en seco y le preguntó: -"¿Qué ocurre Claudia?."
-"Doctor, esta mujer está fuera de sí. Le dije que tenía que esperar, que no podía pasar, pero no me hizo ni caso.Lo siento Doctor, no se preocupe, en seguida llamo a seguridad."-dijo Claudia, agarrando a Lucy por la manga de la chaqueta.
El Doctor, mantuvo un silencio durante unos segundos, hasta que por fin dijo: -"No se preocupe Claudia, eso no será necesario. Es una paciente mía."-y dirigiéndose a Lucy, le dijo:-"Venga conmigo, señorita Williams, vamos a mi despacho."

Cuando llegaron, el Doctor ofreció asiento a Lucy. -"Tendrá que disculpar a Claudia, es como un cancerbero."-dijo con una carcajada.-"Al fin y al cabo es su trabajo."
-"Todavía se acuerda de mí. Con toda la gente que pasa por aquí a lo largo del día..."-dijo Lucy.
-"Sí, bueno...no suelo acordarme de todo el mundo pero, un caso como éste, es difícil de olvidar."-dijo.
-"¿Un caso como éste?"-preguntó extrañada.
-"¿No habrá venido usted aquí hoy para hacerme alguna pregunta, verdad? como por ejemplo, quién la trajo aquí."- dijo el Doctor.
-"La verdad es que sí...y...me sorprende que usted lo haya dicho primero."-dijo, cada vez más nerviosa y extrañada.
-"Verá Lucy, yo sólo sé que, quien la trajo hasta aquí, se preocupó de dejarla en buenas manos y hecho esto, se fue sin dejar rastro ni pista alguna. Creo que no puedo ayudarla más."
-"Está bien, gracias por su ayuda Doctor."- dijo.
Abandonó el hospital y se dirigió hacia el parque. Una vez allí, se sentó en un banco de madera que estaba situado frente a un pequeño lago. La luz del sol sobre el agua de ese lago en movimiento le ayudaba a relajarse. No dejaba de darle vueltas a la cabeza, no paraba de pensar que necesitaba saber quién le salvó la vida. En parte quería saberlo para agradecérselo y en parte, porque este asunto ya había tomado una forma que en cierto sentido le asustaba. De pronto, alguien interrumpió sus pensamientos. Una niña pequeña, que era todo un encanto, vestida de blanco con un vestido que parecía como de ceremonia y con unos rizos rubios que caían por sus hombros y reflejaban, quizás en exceso, la luz del sol, se acercó a ella. La niña no decía nada, solo la observaba. Lucy, al percatarse de que estaba allí, se dirigió a ella: -"Hola pequeña, ¿te has perdido?"
La niña entonces sonrió y sin apartar la mirada de Lucy, le dijo: -"¿Estás buscando a alguien?".
Y ella, asombrada, le contestó que sí. A lo que la niña respondió: -" Estás buscando al que socorre".
Lucy, sin poder creer lo que estaba oyendo de una niña de unos tres años de edad aproximadamente, la tomó de la mano y le dijo: -"Vayamos a buscar a tus padres. Tienen que estar preocupados por tí." -Vió que se celebraba una boda a unos metros de donde ella se encontraba y, por el atuendo de la niña pensó que sus padres estarían allí. La niña, soltando su mano, le dijo: -"Ahora conoces". Y se fue en la dirección contraria a donde estaba la boda. Lucy la siguió, pero cuando dobló la esquina de un edificio situado en el parque, no la encontró.

Las alas de mi vida: Un día para olvidar.


Lucy entreabrió los ojos y pudo ver una luz potente que se dirigía a ella por su nombre. No podía hablar, estaba muy débil y esa luz le estaba cegando. Le molestaba mucho, intentó taparse la cara con las manos, pero algo se lo impedía. -"Lucy, ¿qué tal te encuentras?" - le preguntó aquella voz. -"Te recuperarás enseguida, has perdido mucha sangre, espero que no vuelvas a hacer otra locura como ésta que has hecho hoy."- continuó hablando. Al oir ésto, abrió más los ojos y vió que la luz provenía de una linterna que un personaje con bata blanca estaba utilizando para ver sus ojos. Se sobresaltó al darse cuenta de que estaba en un hospital. Intentó incorporarse pero ese personaje no le dejó hacerlo. -"No intentes esforzarte, calmate y descansa. Es lo que necesitas ahora."- le dijo él. -"¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué estoy en un hospital?"-preguntó mientras volvía a tumbarse en la cama. -"¿Sabes dónde estás? Bien, eso es bueno. ¿Sabes cómo te llamas?"- le preguntó el doctor. -"Aunque no lo supiera usted ya me lo ha dicho antes. Me llamo Lucy, Lucy Williams. De lo que no estoy tan segura es de por qué estoy aquí." -contestó. -"Parece que ya te encuentras mejor. De todos modos, quiero tenerte en observación al menos durante las próximas 24 horas. No creo que estés lista aún para volver a casa, podrías tener una recaída."- le explicó. -"¿Recaída? ¿Va a decirme de una vez qué es lo que ha ocurrido?"- preguntó ella. -" ¿No lo sabes? Has intentado cortarte las venas..." - le explicó y se dió cuenta de que se había dormido. Se levantó, abandonó la sala y la dejó descansar. Cuando los rayos del sol rozaron su rostro, se despertó suavemente. La persiana de la habitación estaba levantada y podía ver cómo las primeras flores de la primavera comenzaban ya a asomarse. Sentía que podía incluso olerlas, y olían tan bien...-"Mmmm...huele a flores silvestres"-pensó. Aún con ese pensamiento, se dió la vuelta en la cama y, de repente, pudo ver a su lado a un hombre, sentado en la silla, observándola. -"¡¡¡Aaaahhh!!!"-gritó, asustada. -"¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? ¿Cómo ha entrado?"- preguntó, buscando el timbre para llamar a la enfermera. -"No es necesario que hagas eso, Lucy."-dijo él con un a voz suave y calmada. -" No voy a hacerte daño, vengo para ayudarte." -"Entiendo, entiendo...¿es un médico? disculpeme, sólo es que me ha asustado al aparecer así, de repente. ¿Cuándo podré volver a mi casa Doctor? Ya me encuentro mucho mejor." -preguntó, más tranquila ya. -"¿Sabes lo que has hecho Lucy? ¿Sabes por qué estoy aquí?" - le dijo él mientras observaba cómo Lucy se levantaba de la cama y se dirigía al cuarto de baño para lavarse los dientes. -"Ya entiendo. Es usted un psicólogo ,¿verdad?. Pues, no necesito su ayuda pero gracias de todos modos."- paró de hablar y se enjuagó la boca.-"No necesito ayuda de nadie."-dijo, mirándose las cicatrices en las muñecas. -"Buenos días, Lucy. ¿Qué tal te encuentras? ¿Crees que podrás volver a casa hoy? Te daré el alta si prometes no volver a atentar contra tu propia vida." - sonó desde la puerta de la habitación. -" Buenos días doctor. Es lo que le decía a ese psicólogo, que a ver si me mandaban ya para casa."- dijo, saliendo del cuarto de baño. -" ¿Qué psicólogo Lucy? Nadie ha entrado a esta habitación excepto yo y la enfermera, claro."-dijo el doctor, mirándola con preocupación. Lucy miró a la silla, estaba vacía. No había nadie allí salvo ella y el doctor. -"Claro...no....me refería a... a mi psicólogo, esque...esque me ha llamado por teléfono, ya sabe..."-intentaba no caerse del susto. -"Por supuesto. No había pensado en esa posibilidad. Disculpa, no he querido ofenderte."- dijo él. -"No pasa nada, después de lo ocurrido...cualquiera tiene derecho a pensar que estoy loca, ¡ja, ja, ja!" - exclamó con una risa nerviosa. -" Bueno, pues cuando quieras, llamaremos a un taxi para que te lleve a casa , ¿de acuerdo?"- le dijo él. Lucy llegó a casa, se dió una ducha y estuvo pensando en lo ocurrido en la habitación del hospital. No quería mentir al doctor pero, si le hubiese dicho que había estado hablando con un hombre ahí sentado, no la habría dejado volver a casa, la habría encerrado en un psiquiátrico. Pero ¿quién era ese hombre? Ni siquiera le respondió cuando le preguntó a ver si era un psicólogo. Puede que, al oirle decir que no necesitaba ayuda de nadie, se fuese. No, esa no es la manera de pensar de un psicólogo. Tal vez fuese algún loco que entró en su habitación para hacer algo...-"¡uff! no quiero ni pensarlo"-dijo. Salió de la ducha, se secó, se puso el pijama y se tumbó en el sofá a ver la tele. Era sábado por la noche. La verdad es que no había nada demasiado interesante en la tele, los de la tele sabían que un sábado por la noche no tendrían mucha audencia, ya que la gente sale a divertirse, así que, nada interesante en la tele.-" Da igual. Al menos estoy en casa."- pensó. Lucy siempre había sido una chica un tanto triste. En la escuela, por ejemplo, nunca tuvo amigos. Siempre estaba desplazada. Era la marginada de la clase. Eso le hizo desarollar una enorme falta de autoestima, que aún en su vida adulta cargaba sobre su espalda. Cuando estaba en la escuela, pensaba que el día que terminase de estudiar sería feliz, que encontraría amigos, pensaba que todos los adultos tienen amigos. La escuela acabó, como también lo hicieron el instituto y la universidad. Se licenció en administración y dirección de empresas. Parecía que su vida empezaba a cambiar, por fin algo bueno. Ya era una mujer adulta, licenciada. Y encontró un empleo en una de las mayores y mejores empresas del país. Adulta, con éxito en el trabajo, independiente...pero, no tenía amigos. Sentía un enorme vacío en su interior. Se sentía sola. Y, un buen día, un compañero del trabajo la invitó a tomar una copa. Era muy atractivo e inteligente, justo lo que ella deseaba. Empezaron a salir y parecía que todo iba viento en popa. Parecía... hasta que, al director de la empresa le llegó la hora de jubilarse y, al no tener descendencia, tuvo que nombrar a algún empleado como nuevo director. Fueron varios los que se presentaron para el puesto, entre ellos, Lucy. Cuando el señor Abrahams, el director, llamó a Lucy a su oficina, ésta pensaba que al fin había conseguido algo grande. Pero no fue así, el señor Abrahams la llamó para comunicarle que el puesto sería de William. Y William estaba ahí, delante de ella, mirándola con una expresión de vencedor. Cuando ella preguntó cuáles eran los motivos que le habían llevado al director de la empresa a rechazarla como su sucesora, el señor Abrahams contestó, sarcásticamente, que William le había hablado muy bien de ella. Y que se alegrase de al menos mantener el empleo. Lucy había sido utilizada...estaba empezando a enamorarse y...le ocurría esto. Ni siquiera hizo falta que le dijera a William que habían roto, ya lo hizo él.

18 mayo 2009

El cazador de almas: todo queda claro.


Una vez que Patrick hubo dejado a Trude en su cama, bajó a la cocina esperando encontrarse allí a Karen. Pensó que, aunque la noche estuviera ya muy avanzada y lo lógico fuese irse a dormir, lo mejor era pedirle a Karen terminar con la entrevista. -"Karen, ¿te encuentras bien?"- preguntó, al ver que aún estaba arrodillada en el suelo de la cocina, sujetando con una mano la sábana y con la otra su cabeza, como si no parase de darle vueltas a lo ocurrido. Entonces, ella se incorporó, le miró fijamente a los ojos y, sin siquiera levantar la voz pero con un odio visible en su tono, le dijo: -"Creo que mi trabajo aquí ha terminado. No quiero saber nada de tí, ni de tu profesión y por dios que no quiero saber que está ocurriendo en esta casa." -" Viniste aquí a salvar tu carrera y eso es lo que vas a hacer. Te lo contaré todo." -dijo él. -" ¿Esque no me has escuchado?¡ no quiero saber absolutamente nada! ¡esto es una tremenda locura! Esa mujer...tu mujer ...tu hermana...no sé quién es pero, está enferma, ¡casi se muere!. Por dios, Patrick, su piel estaba tan fría...y su aspecto...¡y ni siquiera has llamado a un médico! Vas a dejar que se muera y además, es todo por tu culpa. La tienes trabajando para tí y no puede ni con su alma..." -y entonces rompió a llorar. Patrick la abrazó. Mientras intentaba calmarla, le dijo: -" precisamente de eso quiero hablarte". La llevó hasta el salón, la acomodó en el sofá frente a la chimenea y le preparó un vaso de leche caliente. Cuando se sentó y ella ya se hubo tomado la leche y se calmó un poco, comenzó a explicarle. -"No sé por dónde empezar..." -"Empieza diciéndome quién es Trude en realidad" -dijo ella, mirando al fuego. -"Está bien, como quieras. Trude es...no lo vas a entender, pero forma parte de mi profesión, así que ...Trude es mi madre."-dijo. Karen, haciendo un esfuerzo por comprender toda aquella locura, le pidió que continuase su historia. Y así lo hizo. -" Habrás oído hablar muchas veces sobre criaturas de la noche, tales como los vampiros, los licántropos, las brujas...bien, dichas criaturas existen solo que ellos nunca harán lo que yo hice, salir a la luz. Veo, por la cara que estás poniendo en este momento, que no crees ni una palabra de lo que te estoy diciendo. Pues siento decepcionarte querida pero, estás hablando con una de esas criaturas. Tu cara ha cambiado, bien, eso es bueno, creo que empezamos a entendernos. Continuaré. Toda criatura tiene un principio, así como los humanos también lo tuvieron. Yo antes era humano pero...evolucioné. Para bien o para mal. Los vampiros chupan la sangre, así es como logran sobrevivir. Los licántropos se alimentan de carne humana...cada cual tiene su...afición. Yo me asemejo más al papel de un vampiro, solo que no me alimento de sangre, sino de almas. Concretamente de almas puras. En estos días que corren es muy difícil encontrarlas, los humanos sois tan corruptos...Pero siempre hay alguien que rompe esa regla. Lily por ejemplo, era el alma más pura que había visto en mucho tiempo. Querida, a estas alturas ya sabrás que puedo leer tu mente, bueno, es así como puedo diferenciar las almas puras de las que no lo son tanto. Y respondiendo a las preguntas que ahora mismo te estas haciendo y que me hacen dudar de que me estés escuchando, no, Lily no era para mí una simple alma. La amaba realmente. Y...sí, es verdad que Trude es mi madre. No te lo explicas, ¿verdad?. Verás, tú misma has podido observar que pese a su aspecto de juventud, está muy ajada y enferma. Como ya te dije antes, toda criatura tiene un principio, el mío es mi madre. No, no me estoy jactando de tí. Es obvio que mi madre es mi principio al igual que tu principio es tu madre. Pero no me refiero a eso. Verás, mi madre fue la primera cazadora de almas. Y yo lo he heredado de ella. No queremos ser lo que somos, no nos gusta. Pero tiene una ventaja, vivimos bastantes años. ¿De verdad quieres saber cuántos años tengo? Está bien, pues tengo unos 400 años. Ya no te parezco tan atractivo ¿verdad?. Sé lo que has estado pensando desde que me viste querida. No te averguences, es humano. Si te parece, te contaré cómo mi madre se convirtió en lo que hoy es. Todo empezó cuando, como es típico en los humanos, a mi madre le rompió el corazón un hombre que dijo amarla única y exclusivamente a ella. Mi madre cayó en una depresión. Pasaron los años y ella fue conociendo a otros hombres que le hicieron lo mismo. La naturaleza humana tiene un sentimiento muy curioso, llamado venganza. Mi madre, que hasta ese momento era un alma pura, decidió sucumbir al rencor, al odio. Decidió, que ella no sería alimento de almas impuras. Decidió simplemente, ser un alma impura y alimentarse de las puras, como habían hecho con ella. Y así comenzó todo. Mi madre vivió muchos años, alimentándose, sin pensar que, por muy dulce que fuese la venganza, jamás volvería a ser feliz. ¿Quieres saber por qué? Nosotros cazamos las almas cuando mantenemos algún tipo de contacto íntimo con ellas. Puede ser un simple beso o, una unión algo más ...especial. Cada vez que cazamos un alma, nos da unos meses más de vida. Al fin y al cabo, vivimos "eternamente" gracias a esas almas. Por eso mi madre está tan enferma y ajada. Como ya te he dicho antes, es difícil encontrar almas puras hoy en día, así que, las pocas que encontramos, mi madre me las da a mí. Es lógico que una madre quiera proteger a su hijo, más aún cuando, esta maldición no ha sido elección suya. Mi madre está muriendo, pronto acabará su sufrimiento. Ahora te hablaré de Lily, mi esposa. La conocí hace mucho tiempo. En cuanto la ví, quedé prendado de ella. Mi madre intentó avisarme de que jamás podría ser feliz con alguien así. Era el alma más pura que había visto nunca. Quería tenerla a mi lado. Quería amarla. Pese a la oposicón de mi madre, nos casamos. En la noche de bodas, para no perderla, tuve que explicarle mi forma de vida. Contrariamente a lo que yo había pensado que ocurriría, ella se quedó a mi lado, abrazándome y me juró que siempre me amaría. Y así o hizo. Vivimos felices durante años. No me arrepiento de no haber hecho nada con ella. Ella me amó, tal y como prometió, pero llegó el día en que tuvo que abandonarme. La peste se la llevó, tal y como se llevó a tantos otros. Podría haberle ahorrado el sufrimiento, haberme llevado su alma, pero, ella no se merecía eso, no, ella merecía el paraíso. Bueno, creo que ya lo sabes todo sobre mí. Puedes irte a descansar, mañana yo mismo preparé tus cosas para que puedas volver a tu hogar." Tras escuchar embobada toda la historia, Karen por fin reaccionó. Se levantó del sofá y se dirigió a su habitación sin decir una sola palabra. Mientras subía las escaleras, pudo escuchar un sollozo que provenía de la habitación que acababa de abandonar. Volvió sobre sus pasos y, armándose de valor, se dirigió hacia Patrick. -"¿Vas a dormir sólo esta noche? Déjame reconfortarte, es lo menos que puedo hacer" - le dijo al tiempo que le ofrecía su mano. Patrick la tomó y se echaron juntos en la cama. Días más tarde, Eddie, el editor de Karen, recibía una nota escrita por ella, que decía: "Aquí tienes tu historia, te la adjunto a esta nota para que puedas publicarla. Espero que tengas muchas ventas. Personalmente, creo que no vine aquí a salvar mi carrera, sino a salvar al menos algunos años oscuros de un ser que, al fin y al cabo es tan humano como tú o como yo o puede que incluso más. Cuidate Eddie."


FIN




-"

02 mayo 2009

El cazador de almas: empezando a conocer


Karen acompañó a Trude escaleras arriba hacia la que sería su estancia durante esa noche. Mientras la seguía, pensó que no se había percatado antes de la extrañez de esa muchacha,sí, se había fijado, pero no con detenimiento. La veía cada vez más ajada. -"Tan joven y sin embargo...¡pobrecilla! ¿qué le habrá ocurrido para estar así?"-pensó.
Llegaron arriba y Trude se dirigió a Karen: -"Me ha encantado conocerla señorita Lewis. Descanse. Mañana le subiré el desayuno temprano." -"Encantada de haberte conocido,Trude. Y puedes llamarme Karen, si tu señor lo hace, tú tambien puedes" -le dijo amablemente y con esa dulzura que ella tenía. -"No señorita, él no es mi señor..." -dijo mientras se dirigía a la puerta para abandonar la habitación. -"Perdona Trude, no quería que malentendieses mis palabras, no pretendía llamarte esclava ni nada por el estilo"-aclaró. Trude se detuvo. Aún de cara a la puerta y con el pomo en la mano, le espetó: -"No tengo tiempo suficiente como para malgastarlo en malentender nada, señorita Lewis." -"Lo comprendo Trude, disculpa si te he molestado. Y gracias por todo. Sólo una cosa más Trude, si vas a seguir llamandome por mi apellido, al menos dime cual es el tuyo, para que el tratamiento pueda ser recíproco."-le dijo. -"Taylor"-dijo, y abandonó la habitación.
-"¿Será sólouna casualidad?. ¡Dios santo! pero, ¿cómo puede tener a su hermana de sirvienta?" -pensaba en la cama. No podía despejar su cabeza, aquello le parecía una injusticia. Pensó que Patrick debía ser un hombre completamente desalmado al tener a su pobre hermana enferma trabajando para él. -"Pero, ¿qué clase de ser humano....?". pensó. De repente, alguien llamó a la puerta de su habitación. Se incorporó bruscamente, asustada, y preguntó: -"¿Quién es?".Desde el otro lado de la puerta se oyó: -"Podría pasar, Karen?"-era Patrick. -"Pero ¡qué osadía!"-pensó. ¿Cómo se le ocurría tener tal desfachatez? .Querer entrar así en la habitación de una mujer...aunque era su casa en realidad...-"¿Ha ocurrido algo, Patrick?"-dijo, mientras buscaba su ropa antes de poder abrirle la puerta. De pronto recordó que Trude se la había llevado para poder tenerla lista para mañana. Así que, estando completamente desnuda, ¿cómo iba a dejarle pasar?. De pronto, la puerta se abrió de par en par, era él. -"¡Oh! ¡Patrick!" exclamó, nerviosa intentando taparse con la sábana. -"Disculpa Karen, pero necesito tu ayuda" -dijo él, con una expresión de preocupación en su rostro. -"¿Qué ha ocurrido?" -preguntó. No le dió tiempo a taparse completamente, así que, Patrick pudo entrever parte de sus encantos. Y se quedó mirando, anodadado. Karen le miró, dirigió su mirada hacia donde él estaba mirando y se dió cuenta y tapandose rápidamente le dijo: -"¡Patrick! ¿qué es lo que ha pasado?". Entonces él, la tomó de la mano delicadamente y le dijo: -"Tienes que venir conmigo, por favor". Karen, soltó su mano bruscamente y le espetó: -"¿No tienes vergüenza? ¡Venir aquí, haciéndome creer que ha pasado algo, para decirme que necesitas mi ayuda y que tengo que ir contigo!. ¿Qué clase de ayuda necesitas Patrick?" -le dijo , enfadada. -" Trude es quien necesita ayuda"- dijo él, dandole la espalda y abandonando la habitación. Karen se quedó perpleja. Se sonrojo como nunca antes lo había hecho. -" Vaya" -pensó, en parte avergonzada y en parte desilusionada. Se tapó bien con la sábana, se hizo un nudo para que ésta no se le cayese y bajó corriendo los escaleras para socorrer a Trude.
-" ¡¿Dónde estás Patrick?!"-preguntó. -" ¡Aquí, en la cocina! ¡ven rápido!" -gritó él. Karen llegó a la cocina. Trude estaba tirada en el suelo. -"¿Se ha desmayado?" -preguntó, preocupada. -"Sí. Cada vez está más débil." -dijo él mientras sostenía la cabeza de Trude entre sus manos. -" ¿Y te sorprende?"-preguntó ella, mientras acariciaba el rostro de Trude cariñosamente. Patrick, haciendo caso omiso de la pregunta que Karen acababa de hacerle, le dijo: -" Trae agua fresca, vamos a intentar que despierte." Mientras Patrick decía eso, con una mano sujetaba la cabeza de Trude y con la otra se quitaba la parte de arriba de su pijama para ponérsela a modo de almohada. Karen observaba. Se quedó atónita viendo aquél cuerpo escultural...pero, Trude necesitaba ayuda. -"¡Tengo que ir a por agua!" -pensó. Y se levantó, cogió el agua y un paño de cocina y mojándolo, se lo pasó a Trude por la frente, las mejillas, los labios y el pecho. Todo estaba en silencio. Ambos estaban preocupados por ella. Finalmente, Trude despertó. -" ¿Otra vez, Patrick?. Lo siento mucho, querido..." -dijo ella, intentando incorporarse y aún un tanto adormilada. -" Tranquila, querida. No te preocupes. No intentes levantarte, te llevaré a tu cama." -dijo él, mirándola con amor. Karen entonces reparó en las palabras de Trude. Su apellido, era Taylor, pero ya no estaba tan segura de que fuese la hermana de Patrick. Pero, entonces, ¿quién era la mujer del lienzo? Tal vez era Trude, cuando no estaba tan enferma. Si ella era su mujer, entonces ¿por qué era también su criada? O a lo mejor no era su criada, podría ser simplemente que le gustaba cuidar de su casa y de sus invitados. Pero, ¿y quien era entonces Lily? -" Demasiadas preguntas" -pensó. -"Sí, demasiadas." - le dijo él, mientras levantaba a Trude en sus brazos.

01 mayo 2009

El cazador de almas: la entrevista.

-"Espero que no te importe Karen pero, he terminado de cenar mientras estabas ahí arriba".-dijo Patrick en el momento que notó que ella bajaba el último peldaño de la escalera.
-"En absoluto. ¿Podemos empezar ya con la entrevista?. No me encuentro demasiado bien y me gustaría poder volver a mi casa cuanto antes." -dijo ella, apresuradamente.
Entonces, Patrick se giró para mirarla y, sonrió al ver la cara de Karen. Estaba realmente asustada.
-"Por supuesto, empecemos". -dijo, al tiempo que se adentraba en otra habitación de la casa y le hacía un gesto a Karen para que le siguiera.
Los ojos de Karen se abrieron enormemente al llegar a la estancia y ver algo que no se esperaba allí, en esa casa, de ese hombre....
Era como una especie de "segundo salón" , pero éste era más amplio. Y más cálido. Tenía, además, cierto toque femenino. Como si lo hubiese decorado una mujer. Tal vez esa mujer, la que estaba retratada en el cuadro que presidía la estancia. Eso fue lo que hizo que los ojos de Karen se abriesen así. Era un cuadro enorme, que se veía nada más entrar al salón. El lienzo era tan alto como una persona. Quien lo mandó pintar, desde luego, pidió que estuviese hecho a tamaño real. Pero, ¿quién era esa mujer?. -"Es tan hermosa...¿quién es?" -preguntó Karen, sin dejar de contemplar el cuadro.
-"¿Vas a malgastar tus preguntas así?" -dijo él, mirando a suelo, visiblemente abatido.
-"Siento haberte preguntado por ella"-dijo Karen, dándose cuenta de que tal vez, aquella pregunta le había hecho recordar algún momento doloroso. Pensó que, aquella mujer era entonces, alguien importante en la vida de Patrick. Pero, ¿qué mujer querría estar con este hombre? -"De acuerdo, es atractivo y educado y tiene pinta de ser el perfecto caballero y además tiene mucho dinero pero, sus palabras, sus gestos, sus intenciones de encerrarme aquí...no creo que ninguna mujer estuviese a gusto con él" -pensó.
-"No te preocupes, no me molesta que me preguntes por ella. Simplemente es que, creo recordar que la entrevista iba a tratar sobre mi...profesión"- dijo él, mirándola a los ojos y con semblante serio. -"Por favor, póngase cómoda para trabajar"- le dijo, señalando uno de los asientos antiguos, estratégicamente situados junto al fuego.
A Karen le molestó que, él le ofreciese "ponerse cómoda para trabajar" en, precisamente, el asiento que daba la espalda al lienzo. Estaba claro que no quería que ella hiciese más preguntas sobre esa mujer.
Decidió que empezaría la entrevista con una preunta sencilla, para calmar un poco la tensión que se respiraba en esos momentos. Tomó su grabadora para comenzar a trabajar y preguntó:
-"Patrick, ¿cuál es exactamente tu trabajo?".
-"Robar almas"- dijo, muy tranquilo, como si fuese algo normal.
-"Y...¿ya está?. ¿No podrías decirme en qué consiste exactamente?" -dijo ella.
-"Bueno, no ha sido eso lo que me has preguntado Karen" -le espetó.
-" Patrick, mira...sé que esto es trabajo, ¿de acuerdo? pero, podrías estar un poco más...agradable. Has sido el perfecto caballero desde que atravesé esa puerta" -dijo, señalando la puerta de entrada de la mansión- "exceptuando algunas cosas, y de repente, simplemente por una pregunta, te has vuelto un tanto desagradable conmigo."
-"Lo siento, tienes razón."-dijo.
-"Bien, entonces, ¿ en qué consiste exactamente tu trabajo?" -continuó.
-"Exactamente, cazo almas. Pero es algo más complicado que eso." -dijo, esperando una nueva pregunta.
-" A lo mejor debería empezar preguntandote por qué decidiste darte a conocer, ¿no afecta eso a tu trabajo? ya sabes, la gente...las almas huirán de ti ahora que saben quien eres y lo que haces".
-"Bueno, en cierto sentido juego con ventaja. Verás, en pleno siglo veintiuno, la gente no cree en estas cosas. Piensan que soy un loco que simplemente va a la televisión para ganar algo de dinero. Y, como no me creen, no huyen. Además, ahora soy famoso-soltó una carcajada-y la gente ansía conocerme. Igual que tú." -dijo.
-"Sí, tal vez tengas razón. Pero yo no ansío conocerte. Yo lo único que he venido a hacer aquí es salvar mi carrera." -dijo ella tajantemente.
-"Vaya, ¿quién es ahora la que está desagradable?" -dijo él.
-"Está bien. Sólo quería dejar las cosas claras". -dijo, y continuó "¿cómo te convertiste en lo que eres hoy?"
-"¿Lo que soy? ¿no soy una persona para ti?"
-"emmm...perdona, me refería a tu profesión"-dijo, un tanto preocupada por haberle molestado, al fin y al cabo él también tenía sentimientos...
Patrick alzó la mirada hacia el cuadro que tenía enfrente, el cuadro en el que estaba retratada la mujer por la que Karen había preguntado hacía unos momentos. Él había sentado a Karen de espaldas al cuadro por una razón. Quería comprobar cuánto se parecían ella y su ya desaparecida amada. Allí, frente a él, se encontraban dos mujeres, una, ya inerte. La otra, allí sentada, aún palpitando su vida...Las dos de pelo rubio y ligeramente ondulado, mejillas sonrosadas. Los ojos de Karen tenían la misma dulzura que los de la mujer retratada.
-"Patrick, ¿te encuentras bien? ¿podemos seguir con la entrevista o...vas a echarme de tu casa por lo que acabo de decirte?"-dijo ella, nerviosa.
Patrick la miró, dulcemente. Karen no había visto esa mirada tan humana en él desde que llegó. Se levantó de su asiento, se acercó a ella, tomó su cara en sus manos y, acariciándo su rostro, con los ojos a punto de llenarse de lágrimas, le dijo: -"Lily..."
Karen tomó entonces una de sus manos y, sin poder dejar de mirarle a los ojos, se sintió amada como nunca antes...-"Patrick..." -pensó. Sentía sus cálidas caricias en su rostro, era algo tan especial...de pronto, reparó en que no la nombró a ella. -"Patrick, ¿quién es Lily?-preguntó apartando la mirada y dirigiéndola al suelo, en un gesto que denotaba su triateza por ese malentendido.
Él, apartando sus manos del rostro de Karen y retrocediendo, como si se hubiese quemado de repente, volvió a sentarse en su asiento y, cuando se hubo recompuesto, le dijo: -"Querías saber quién era ella. Su nombre era Lily."
-"¿Quién era Lily, Patrick?" -preguntó ella, buscando su mirada. -"¿Por qué de repente me hablas de ella?"-le dijo. -"¿Por qué la has visto en mí? ¿Por qué me acariciaste pensando en ella?" -pensó, mientras esperaba respuesta por parte de su interlocutor.
-"¿ Es esto necesario para el libro?" -dijo, levantándose de su asiento de nuevo, esta vez para servirse una copa. -" Se hace tarde, tal vez debería acostarme ya. Y tú deberías hacer lo mismo."
-"Aún no hemos acabado la entrevista. Mi editor te pagó cierta cantidad para que me concedieras esta oportunidad, así que, creo que deberías ser más profesional, Patrick."- dijo ella, visiblemente enojada por lo que acababa de escuchar.
-"No te preocupes Karen, puedes quedarte a dormir esta noche, ya sabes que Trude preperó una cama para tí. Mañana continuaremos con esto. Puede que mañana descubras por qué necesito descansar."-dijo él tras tomarse la copa de un trago.
-"De acuerdo. Me quedaré. Pero mañana terminaremos con esto y me iré a mi casa." -dijo ella. -"Buenas noches, Patrick, espero que descanses." le dijo burlonamente y, cuando miró, Patrick ya no estaba allí. En su lugar, estaba Trude, esperando a Karen para acompañarla a su dormitorio.